This is the world

24/6/09

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Rafael Romero

Dice el artista...
"This is the world"

Reflexiones icónicas sobre la complejidad del mundo: Nomadismo, Alteridad y transposición en la praxis del Arte.


El Arte, auténtica entelequia, en cuanto a lo difícil que resultó, resulta y resultará sin duda su definición, dispone de recursos prosaicos y amenos que lejos de lo excesivamente formal, conceptual y semántico le sitúan en un axioma, cuya naturaleza es propia del sentir y de la emotividad íntima e irreducible de la condición humana . El concepto no menos difícil de definir llamado sentimiento , a veces emotividad, introafección, las endopatías en definitiva, son territorios en los que el arte arranca alquímicamente y en los que quienes lo amamos, lo practicamos y lo tenemos como una esencia universal, sin la cual el ser deviene inconcluso, encontramos nuestra casa, hogar, refugio, templo, cubículo cósmico del cual debemos irremediablemente partir desde un afán de auto-exaltación, bagaje experiencial, habitualmente trasgresor que culminará en una concreción expresiva, comunicativa y provocativa llamada Obra de Arte .

Lejos de retóricas, necesarias, pero quizás secundarias, el orden urgente al que debiéramos confinar al arte, tendría como axioma primigenio, esencial y fundamental al propio hombre y su capacidad sensible. Urgente además en cuanto a que los tiempos que nos tocan vivir son tiempos de “ética light” , de tedio , incluso nihilismo en los que la fenomenología humana como objeto de conocimiento lamentablemente apenas si nos alienta y esperanza en su particular experiencia vital, a diferencia de aquellos tiempos idílicos en los que en forma de humanismo más racional y empírico o más intuitivo y emocional, suponían una invitación a experienciar la vida pasionalmente.

Así el arte, a partir de las experiencias ilustrada y romántica defendió unidireccionalmente al hombre y sus auténticas realizaciones desde valores pasionales y sensibles, y así lo hizo hasta la actualidad desde la complejidad del arte contemporáneo, el cual ha tenido siempre presente que la esencia del arte se encuentra en el individuo y en los sentimientos de este y que todo ello dirige sus actuaciones hacia la concreción u obra que no es más que una honesta y sincera categorización sensible de la fenomenología humana y una excelente oportunidad de acercamiento al mundo y con todo ello, al conocimiento. Merece la pena insistir en ello por parte de la teoría y la praxis del arte en nuestro tiempo y contexto, pues si el arte ha sido en los últimos doscientos cincuenta años elemento humanizador y cultor del mundo, hoy parece ser una dimensión endémica en un mundo en el que como categoría queda renegado a un segundo término. Es cierto, la sociedad moderna, deviene cada vez más una sociedad desestructurada e indiferente como señala Girard en su análisis del fenómeno, según él, hemos llegado a “Un estado de indiferenciación relativa nunca antes conocido” . Algunos lo ven como consecuencia del neoliberalismo y la globalización de la economía capitalista, pero lo cierto es que el fenómeno es mucho más complejo y en él intervienen innumerables factores.

A nosotros, nos interesa la consecuencia, y esta es, que el individuo esta quedando cada vez más despojado de su capacidad emancipatoria, de su identidad nacional, religiosas, de parentesco e incluso de su libertad sentimental y cultural. El hombre es sujeto subordinado a un mundo entendido como un conjunto de esferas de producción y cada vez más las relaciones que sostiene con su entorno se confunden casi con las relaciones mercantiles y laborales. Su mente, además, establece códigos de relación con todo desde valores prioritariamente de obtención y posesión, un reflejo claro del mundo-mercado en el que vivimos . En consecuencia, hombres y mujeres de hoy, se distancian cada vez más de sus internos paisajes mecidos por mano ajena convirtiéndose en ignorantes con respecto a su mismidad: es lógico, la proyección humana es mecanismo mucho más rentable en el tipo de sociedad en la que vivimos, que la introspección, mucho más lenta en producir beneficios económicos.

He aquí que el artista debe categorizarse en una urgente redimensión siendo consciente de su particular percepción de la fenomenología del mundo y conocedor a la vez de un potencial capaz de ayudar a rehumanizarlo todo desde la defensa de la emotividad y su naturaleza impulsora , territorio que por ser practicado incansablemente resulta bien conocido y deviene medicina nectárea para esta pandemia, macro-enfermedad social del hombre. Y esa categoría debe ser la de la defensa del arte como un nomadismo. En primer lugar como una lucha de superación alejándose de todo aquello que lo limita: lo sedentario supone la aceptación de los límites, lo nómada saltárselos. En segundo lugar como una axiología, en cuanto a que alejado de los límites, los enjuicia, momento en el cual se produce un nuevo pensamiento, conocimiento, y en consecuencia una determinada cultura alternativa a este generalizado sistema pesimista y descorazonado al que se encuentra.

El pájaro rompe el cascarón, el cascarón es su mundo. Quien quiera nacer debe romper su mundo. (Herman Hesse)
A veces el mundo se nos cae. Entonces, desesperados, lo inventamos de nuevo. (Eduardo Fracchia)

La experiencia de la Postmodernidad de finales del siglo XX, resultó muy alentadora en este sentido, aunque poco válida ya que resultó ser mucho más individual que social y por lo tanto su dimensión mucho más anónima, íntima y silenciosa, servidora por tanto parcialmente de la sociedad. No obstante, el artista motivado en el intento nómada de principio de milenio, entre los cuales humildemente me sitúo, aprendió del precedente postmoderno en cuanto a que este le sirvió de estímulo desde sus premisas, genéricamente propuestas de defensa de la pluralidad, de consideración de versiones y visiones diversas sobre el mundo, pero sobretodo por el valor quizás más destacable del pensar y actuar nómadamente: desregularizar las normas de la complejidad caótica y multidimensional.

En este contexto, brillaron con luz propia, entre otros, Gastón Bachelard y su defensa del fenómeno creativo como resultado de individualidades y no de sistemas de arte; Jean François Lyotard y su teoría del rechazo a cualquier metanarrativa o narrativa exterior a la propia esfera de competencia de una disciplina en cuestión. Derrida, en el mismo contexto postmoderno aportó su particular visión, criticando la obsesión histórica que tuvo tradicionalmente la filosofía en convertirse en logocéntrica, cuando él opinaba que la racionalidad por su complejidad era simplemente heterogeneidad; deconstrucción en definitiva consistente en destapar y dejar al descubierto las paradojas de la lógica a lo largo de la historia. También Jean-Paul Dollé, hizo por su parte una interpretación del pensamiento occidental como una filosofía de lo abstracto, universal e inteligible. Para indagar al ser, propuso otras vías alternativas a la filosofía como podrían ser la poesía o el mito como metodologías necesarias para el redescubrimiento del mismo . También Gianni Vattimo, alertó sobre el pesimismo en el individuo contemporáneo por él definido como un sujeto débil, de vagabundeo incierto, inseguro, acrítico, amnésico, sin criterios ni fundamentos, experimentado en el error y desinteresado por lo fundamental, carne de cañón, fácilmente manipulable por el poder político, mediático o ideológico. Su apuesta fué la de estetizar todo en la vida, intentando gozar de lo nuevo e imprevisible a través de un vagabundeo cultural. Así, este individuo, según él, se convertiría en un recolector de hechos culturales e informaciones en busca de su autosatisfacción .
Y como no, Deleuze, en el mismo sentido y contexto preconizó su pensamiento horizontal, o también denominado pensamiento nómada , un pensamiento que no se refugiaba en ninguna esencia, principio, fundamentos o criterios de objetividad, que intentaba mostrar aquello que escapaba al modelo ideal de la razón moderna. Este, en armonía con otro pos-estructuralista abanderado del planteamiento postmoderno como es Félix Guattari desarrollaron las teorías de la rizomática y el esquizoanálisis, invitaciones a la praxis del debate disciplinario e interdisciplinario que pudieran aportar desde el contraste reflexivo nuevos problemas, nuevas posibilidades, nuevas combinaciones que sacaran al pensamiento de su imagen dogmática para convertirlo en algo fresco, en una revolución de la forma que procediera sin la menor duda de una intencionalidad nómada (algo muy presente en la teoría y praxis del arte contemporáneo).
Sustituid la anamnesis por el olvido, la interpretación por la experimentación. Encontrad vuestro cuerpo sin órganos, sed capaces de hacerlo, es una cuestión de vida o muerte, de juventud o de vejez, de tristeza o alegría. Todo se juega a ese nivel. (Deleuze, Guattari) .
Toda esta dinámica defensa de la emotividad experiencial y de desregularización de los paradigmas impuestos, vio también en la Gestalt un puntal fundamental en el sentido de lo que aquí defendemos: el impulso experiencial humano parte siempre de la necesidad. Siempre algo en el entorno o dentro del hombre le llama, y así desde la necesidad se lanza en una búsqueda, a través de la cual se produce una respuesta organísmica y se inicia el retorno al equilibrio homeostático satisfaciendo la anterior necesidad. Para ello, este desarrollará una mecanismo de identificación de las sensaciones, lo que permite el diseño, consciente o no consciente de una estrategia de acción, en la que se establece el contacto o relación con el entorno para satisfacer la necesidad. En conclusión se consigue o intenta conseguir de esta manera el equilibrio homeostático.
La queja que se viene observando genéricamente en todos estos autores viene siendo la misma: Ante una desconfianza en el mundo y en la sociedad que rige al hombre, este, movido por sus sentimientos de insatisfacción y esperanza, se esmera en la búsqueda de fórmulas resolutivas. Es por tanto un nómada que se aleja de lo hasta ahora conocido para procurar valientemente, nuevas perspectivas.

Nuevas perspectivas con un sano fin, altruista fin, servir al mundo para mejorarlo, eso sí, desde la perspectiva constante de la trasgresión. Pensamiento nómada endopático, Arte Nómada, sentimientos que trasponen el interno y empujan al practicante de esta apasional entelequia hacia una proyección de su mismidad en una dimensión de conocimiento innumerable e inimaginable. En los principios existenciales del artista se hace necesaria pues toda esta sana rebeldía cíclica preconizadora de la mutación y defensora de la micro-historia, toda esta búsqueda vital alentadora para él y para los demás le lleva a considerar el tiempo y el espacio como dimensiones categóricas a través de las cuales dirigirse a otras sociedades y culturas , a otros fenómenos desde su anhelo de lo lejano y lo distante. En ocasiones basta con la simple ruptura con la limitación, a veces, todo es tan sencillo como una praxis ontológica: La proyección y realización del Yo. El talante nómada artístico, impregnación anímica, dinamismo existencial, universo introafectivo ilimitado, mecanismo procesual de traslación terapéutica, adaptación hacia lo ajeno y hacia el otro, voluntad humana de autoimpulso y de resistencia, autoexilio, viajes hacia el interior, concepción trágica de la existencia...Idealismos en definitiva que son un sistema de vida o de reflexión y que suponen en mayor o menor medida de temporalidad la relativización del hábitat cultural propio y culminan cuando se crean nuevos experienciales y experimentales o se recuperan los primigenios asumiéndolos tal y como son o transformándolos desde lo aprehendido: El noble fin del artista es liberarse y liberar al hombre de su ignorancia.

El nomadismo convierte por tanto al artista en alguien que lucha por superar el obstáculo, y lo hace estetizándolo todo, emotivizándolo todo en procesos de enfrentamiento, cuestionamiento, revulsión, paliación, enrancia. Naturalezas atemporales y espaciales que se enfrentan en definitiva con empeño a las cada vez mayores limitaciones contextuales.

Militante de la política interior del ser humano y de sus magnos silencios y convencido en que la errancia por el mundo es experiencia en primer lugar “cultora” y en segundo lugar, y como consecuencia de la primera, experiencia “liberadora”, mi particular defensa del arte se dirige pues a la reivindicación de la emotividad como su motor impulsor y al nomadismo como hecho experiencial ontológico. He aquí pues que decidiera iniciar este particular viaje de observación rigurosa del mundo, convencido de sus infinitas posibilidades, estetizando o emotivizando todo lo que alcanza mi mirada a través de múltiples experiencias, desde el viaje como fuente indiscutible de conocimiento, pasando por la alteridad, o asimilación de los valores, hechos y fenomenologías del “otro” y en fin, valorando los más ínfimos recursos y posibilidades que el mundo esconde y pone a nuestro alcance. Las iconicidades que se presentan bajo el título “This is the world”, teatralmente, una presentación del mundo, en el lenguaje del mundo y a la vez un enigma para el mundo, son, así lo intuyo, en este momento de consistente arranque para mí, un territorio delicioso de impregnación anímica que me complace presentar para compartir desde mi más modestas pretensiones: reivindicar hasta la saciedad al hombre y defender el arte como sublime experiencia, medicina nectárea para tiempos difíciles.

Rafael Romero.