Reflexiones icónicas-nómadas sobre el techo del mundo. North India &Himalaian Landscapes.

24/6/09

El artista nómada o la vocación redentorista del creador desde su mismidad hacia la pluralidad.
Nomadismo, alteridad y transposición.
Reflexiones icónicas nómadas sobre el techo del mundo.
North India & Himalayan Landscapes.

" Laúdes, cálices y perfumes, guedejas y ojos de almendra: juguetes que el tiempo arruina. Juguetes, austeridad, labor y meditación, soledad, plegaria y renunciamiento. Cenizas que el tiempo esparce,...cenizas."

Omar Khayyam. Las Rubaiyyat.


Tonos pesimistas no exentos de esperanza puesto que aún caben muchas tierras fértiles para el ser en su particular deambular por la existencia. La reivindicación, defensa y estudio del artista, pone de manifiesto su particular fenomenología en pro de una más que necesaria humanización nounémica. Este, se convierte en un luchador superador de obstáculos, un funambulista cuyo alambre es proceso de enfrentamiento con los demás, cuestionamiento del mundo, revulsión ante lo convencional, tránsito hacia la consolidación del ansiado hogar. ¿Cuántas veces fue tal alambre circense un simple proceso de huida contextual en dirección a otras culturas y sociedades mucho más reconfortantes que las propias. Viajes de enajenación de las múltiples y catalogables ignorancias, muy al contrario de cualquier ciudadano de a pié insistente en no someterse a los dictados de la conciencia, el alma, espíritu o como bien se le quiera llamar. Mas bien mecidos en la convención por la mano ajena y anónima del paradigma. Épocas sistematizadas y compartimentadas en la fenomenología neoliberal globalizadora y deshumanizadora, épocas de ética light. Épocas en las que aquellos que se atrevan, por el contrario, a hacer una defensa de la emotividad como vía resolutiva, resultarán sentenciados como locos por la sociedad que los contiene, aunque en ocasiones, su atrevimiento sea bañado por las mieles del éxito y sean elevados a la categoría de héroes.

Naturaleza emotiva y heroica del artista que exento de cuadratura, rebelde en cuanto a que lucha por no ser ensartado en la vara del despropósito, este, manifiesta no obstante, una dicotomía existencial: la de sentirse sólo, alejándose y alienándose de la sociedad y a la vez viviendo la obligatoriedad de la relación con la misma, sin la cual no puede vivir.

Naturaleza autónoma de un artista que abriría infinidad de posibilidades estéticas en el siglo precedente desde idealismos remodeladores en los márgenes del pensamiento y en la reflexión humana. Gurú de la doctrina de las cualidades del sentir, el artista manifiesta una incipiente axiología que le empuja bajo una idea dinámica y evolutiva a buscar valores nuevos intelectuales en su concepción del arte, valores que se alejaron y alejan de una razón servilista del proceso económico, lejos del proyecto esencial humano y en muchos casos convertida en pluralidad fruitivo-inaugural.
El artista en la modernidad, comenzó a ser reivindicativo junto al pensador de lo humano, meramente olvidado. Lejos de la burocratizada cotidianeidad, comenzó a rebelarse como parte del mercado y como fuerza laboral en un mundo entendido como conjunto de esferas de producción. Así devino paulatinamente un nómada en un complejísimo mundo contemporáneo, osado practicante de paciencia, que apostó por seguir buscando con su praxis creativa respuestas en el inconmensurable mundo de lo ignoto, atenuado por un contexto tan difícil de entender como practicar. Y ¿cuál fue y cual es su praxis?: combinar prolijamente más que nunca sus símbolos frutos de la emotividad, como improntas de su interioridad relacionales con el mundo externo.

Les propongo, entonces, con la gravedad de las palabras finales de la vida, que nos abracemos en un compromiso...Sólo quienes sean capaces de sostener la utopía, serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido.

Ernesto Sábato.

Nomadismo utópico, ruptura con toda limitación, proyección y realización del yo. El artista nómada, busca una reterritorialización, un oasis exento de paradigmas, epistemes y concepciones. Pensamiento horizontal o nómada deleuziano, pensamiento que no se refugia en ninguna esencia, principio, fundamento o criterio de objetividad; lo que intenta es mostrar aquello que escapa al modelo ideal de la razón moderna. Individualista, ahistoricista, diferencial, ajerarquico y relativo, provocador y trasgresor en definitiva y enfrentado a los segmentos duros y rígidos de la sociedad tradicional e inmovilista.

Sustituid la anamnesia por el olvido, la interpretación por la experimentación. Encontrad vuestro cuerpo sin órganos, sed capaces de hacerlo, es una cuestión de vida o muerte, de juventud o de vejez, de tristeza o alegría. Todo se juega a ese nivel.

Deleuze-Guattari.

Alteridad del ser para refugiarse en irreales circunstancias creadas o buscadas. El refugio en el otro, envalentonamiento y lanzamiento en búsqueda de una ley moral propia. El artista se coloca en el exterior de su civilización y momento histórico para juzgarlos, valorarlos desde lo ajeno y lo distante. Idealizaciones de modelos de patrias paralelas y fantásticas, lugares más que para habitarlos, para asentar en ellos el alma.

Nunca se va tan lejos como cuando no se sabe dónde se va.

Oliver Cronwell.

El artista, capaz de leer los signos del universo desde principalmente una condición indiscutible, la de ser nómada, buscador, caminante, intelectualizador del mundo desde su intervención creativa, su crítica y su comunicación; se encamina a fabricar sueños y esperanzas, ya que puede ser realmente ejemplo esperanzador desde su idiosincrasia y mecanismos diversos hacia su malograda y desmotivada sociedad.

Es muy bueno mirar tu propia cultura a la luz de otras culturas. Tu propia lengua a la luz de otras lenguas. Siempre tu distancia te procura algo...la mirada periférica al medio es siempre más interesante que la del centro a la periferia.

Juan Goytisolo.

Así, entre muchas ejemplificaciones, desarrollan sus devaneos nómadas tantos y tantos protagonistas de esta tragicomedia. Así podemos recordar desde la emoción icónica, entre otros, a François Marius Granet, enajenado en lo procesual espacio-temporal, en el Coliseo Romano de 11838, trabajando con sus adminículos dibujísticos el paisaje rocoso y ruinoso evocador de las glorias pasadas. Héroes románticos obsesionados nómadamente en recorrer amplios espacios para liberar a su espíritu del asfixiante aire de la limitación, cómo Giacomo Trécourt en 1842 autorretratado vestido de oriental, o Vincent Van Gogh refugiado en la luminosa Provence de 1888, mientras Gauguin viaja por Tahití y las Islas Marquesas en una experiencia onírico-poética.

Ejemplos ricos y abundantes de la trasgresión nómada artística, como la vivida dialécticamente tras el encuentro de Derain y Vlaminck al descubrir la grandeza del arte africano en el Café de Argenteuil; la misma sensación vivida paralelamente por Picasso en el Museo Etnográfico del Trocadero que daría paso en gran medida al pasional y vanguardista cubismo. Emotividad incontenida ante lo ajeno como la experimentada también por Joan Miró en sus dos viajes iniciáticos al Japón. Viajes como los que relata magistralmente Hopper en su proceso aséptico y de síntesis de búsqueda del hombre desde sus soledades de tránsito nocturno por salas de espera de estaciones de autobús y moteles de carretera. La pasión por la filosofía del otro, en la magnífica búsqueda de valores ajenos pero a la vez próximos, como los encontrados por Tobey, Hartung y Rothko en el budismo Zen. La recurrencia a lo primitivo-chamánico en Beuys hasta llegar, sin olvidar a tantos, a los procesos reivindicativos marginales de fin de siglo en los que priva la importancia del otro a través de recursos tan controvertidos como el apropiacionismo y los procesos de fertilización mutua observables en Dossou Amidou, Zoé Leonard o Jana Sterback, por nombrar algunos.

Sueños constantes de viajero, referencias de cofrades activistas y ejemplificadores en mi obra, articulada también como un nomadismo diaspórico, de trasposición y alteridad. Paisajes como líneas vitales de flotación que recuerdan cómo es el continente del tedioso y a la vez esperanzado. El mundo en definitiva desde la ontológica vivencia del desplazamiento, la observación, la nota poética y antropológica. Escritos y libros de viaje que puedan humildemente ampliar este momento lacónicamente y particularmente robado por la brutal belleza de tierras lejanas, en esta ocasión el Asia que roza el cielo, el techo del mundo, las planicies y escarpados riscos himalayos, los que dotan al hombre de las gélidas aguas de la sabiduría primordial, que descienden como deidades fluviales a los fértiles valles de la India. Reflexiones icónicas nómadas con el anciano oficio del pintor, observador, meditador y escriba, como las líneas que abro desde el silencio reflexivo de mi ser y que merece la pena compartir con la humilde vocación del servicio, kilómetros de letras secretas que luego fraguan anímicamente en forma de dibujos y pinturas, muchos de ellos iniciáticos y ocultadores de enigmas como los que configuran esta serie que aquí y ahora queda presentada.



Algunos pensamientos escogidos del cuaderno de este ínfimo pintor, sobre Asia en general, y en particular sobre el techo del mundo y el Norte de la India.


Alguien excesivamente prejuicioso me dijo en cierta ocasión despectivamente que el sonido característico de la India era el escatológico carraspeo laríngeo-nasal acompañado de la expulsión flemática. Evidentemente, también sobre los diamante se depositan motas de polvo, lógicamente, aquel que observa lo superfluo y lo convierte en categoría es un tonto. Recordé que ese tipo de comentarios desde otras circunstancias pero en un similar sentido, ya las había leído en las crónicas que en 1298 Marco Polo dictó en la prisión de Génova a Ámese Rustichello de Pisa. En las mismas y desde aquel prepotente crisol de la cristiandad, relata sus andanzas por reinos lejanos desde valores preconcebidos no muy diferenciados de los de tropeles de turistas que atropellan actualmente los continentes alíenos cámara en mano extasiados por el regateo a los pobres e indigentes. Afortunadamente, hubo y sigue habiendo quien viaja al teatro del mundo con la honesta misión de minimizarse. Idealistas decimonónicos, soñadores germanos, poetisas británicas, flemáticos y hastiados hombres y mujeres soñaban encontrar en estas tierras de tantos dioses, su axis mundi, la fórmula que elimina todos los sufrimientos. Así llegaron a estas y otras tierras por mí tan amadas y así siguen llegando y llegarán. Y se encontrarán desnudos ante el universo, vestidos por el agua monzónica y peinados por la fresca brisa himalaya. ¡Namasté!, ¡namasté!, ¡loanzas a la deidad que llevas dentro!, ese es el sonido de la India, el saludo de sus habitantes a la más preciosa y sutil joya del hombre, su mente y su capacidad potencial de elevarla desde la practica de las virtudes a otra categoría indescriptible e inexplicable. ¡Tashi delek!, ¡tashi delek!, así lo hacen los tibetanos, deseando al Buda que todos llevamos dentro, los mejores deseos.

A Asia se debe ir desnudo y con la voluntad del reencuentro, con lo propio y natural, con lo inexplicable. En estos océanos de sistemas de creencias, las energías celestiales y terrenales se cruzan revigorizándolo todo, haciendo aflorar la regeneración y renovación de nuestra entidad, la misma indiferenciable en todo lo que siente y ama. De Colombo a Lahore, de Kabul a Tashkent, de Üruchi a Calcuta, de Yangon a Surabaya, de Beijing a Kobe, de Kajurano a Madurai, se extiende un verdadero e incontrolable universo de los sentidos. Los lugares sagrados, lugares causales, son universidades donde se erigen conocimientos inconmensurablemente simples: Paz, Amor y Compasión.

Cielo en la tierra donde chamanes, maestros, gurús, arahats, pandits, ngagpas, iniciados, recitadores de mantras, shadús, lamas, peregrinos eternos, curanderos tántricos, arquitectos cosmológicos, ascetas, invitan a parar el mundo y cuestionarlo con la dualidad de la vehemencia y el amor materno. Lugares donde la catarsis es de lo más placentera, descubriendo piedras inscritas que parecen inertes y que guardan secretos liberadores. Aquí, las aguas de los océanos cósmicos se deslizan suavemente por las laderas himalayas, mientras chinos y tibetanos litigan por la tierra, los santos protectores siguen haciendo caer sobre todos ellos, nosotros, gotas como diamantes, las mismas que se unirán para devenir tras bendecirnos con su fresco tacto, ríos con nombres sublimes, apellidos, diría yo de nuestro linaje de seres sintientes, Indo, Ganges, Tasangpo, Bramaputra, Irrawady, Yangtsé Kiang,...

Las poderosas aguas al liberarse generaron la madre de todo...de ellas surgió el único hálito vital que infundió vida a los dioses.

Rig Veda.

Un día de invierno, envuelto en esfumatos védicos, enfermé en Varanasi. Aquel día cambió mi vida, aquella tos seca y fiebre de fragua, significaba un desprecio profundo a los valores mundanos. Transmutación, las aguas del Ganges se llevaban lejos tantas inmundicias, los brahmanes recitaban sus poemas celestes, Suria, la deidad solar asomaba tímida. Sonaba música punjabi y se respiraba devoción y emoción, palimpsesto, dibujo sobre lo dibujado, inscripción sobre la inscripción. Lamparillas votivas flotantes, olor a té, a masala y a chapati. Perros y sarna, vacas famélicas vagabundas engalanadas por clavelinas naranjas. ¡Vienen dos muertos!, grita alguien; procesión, comitiva de muerte, dos cuerpos amortajados de blanco camino a los crematorios fluviales. Madera de sándalo para los ricos, espinos resecos para los pobres. Rúpias negras arrugadas en negras manos.

Individuos prisioneros de sus cuerpos y de sus mentes, fotografiando leprosos y comprando llaveros a los niños sin padres con agua del río sagrado. El templo es un cajero automático...

La naturaleza se desvanece y muere, se repliega, se esconde, deviene secreta y a la altura de lo iniciático, agua y aire, fuego y tierra, boda de rocas sagradas en Japón (Meoto iowa), vínculos en Tíbet a los esenciales que se esconden en la naturaleza a través de ofrendas dignas de dioses. Construcción de moradas terrenales a los ancestros en Thai. Árboles que son árboles, no madera en potencia. Árbol, principio no menos cósmico de vida que riza sus raíces aéreas cual ofrendas al aire. Aire que lleva por el universo las bendiciones de las estupas budistas, de las devocionales banderas de oración. Aire que enfría las tazas de té, que refresca los tazones de vino de arroz en los casamientos rurales, aire que desempolva las tumbas de los sabios antiguos, de los héroes compasivos. Aire que pasa por las celosías de los arcos conmemorativos, el mismo que refresca caldeadas sexualidades de vírgenes obligadas, el mismo que acaricia el asta sagrada, el embrión de oro, el templo del diamante, el árbol bodi, el río perfume, la escalera del cielo, el jardín de la iluminación, los ojos del compasivo, los hábitos azafranados, las sedas damasquinas, los paños remendados de algodón, las enaguas de las campesinas tendidas al sol. El aire, expande los humos purificadores de los incensarios, matando demonios locales. El aire, dispersa las neblinas matinales del techo del mundo, como dispersa nuestros pesares.

Esta Asia primordial, la de lo espiritual y lo piadoso, la de los pobres, la que protege con todas sus criaturas la sonrisa de Krishna, la que espera la llegada del iluminado sedente, la que recita mantras, la que lo perfuma todo, la que espera al arrepentido, la que espera a ciertos necios para que hagan de una vez retiros espirituales de tres o más años para dominar su ego y erigirse como victoriosos gurús, la que lo perfuma todo, esta, es mi tierra causal, por eso no puedo más que practicarla. A punto estuve tiempo atrás de dejar el mundo de los calzados y hacendosos una mañana fría de invierno. En ese lugar, Lumbini (Nepal), en tiempos antiguos nació Shidarta Gautama, el que se manifestaría en su plenitud como el Iluminado. Santa tierra guardada por santos hombres. Allí se abren muchos caminos, los que se ven y los que sólo algunos ven. Pude haber cogido ambos fácilmente, pero a mí siempre me ha gustado lo difícil, y lo difícil era seguir luchando en mi contexto, lejos de extremos, en mi casa mediterránea, con mi familia, mis pocos amigos y mis silencios artísticos. Honesta y compleja senda, motivación, que puedan servir esto trabajos y reflexiones como un granito de arena a esta playa infinita e impermanente, para dar satisfacción y beneficio a los demás.

Honestamente.

Rafael Romero.
Artista Visual y Plástico.
Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona.